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lunes, 16 de mayo de 2011

¿ Cómo vivir con un hijo con Hiperactividad ?

Ser padres es una tarea que supone mucha felicidad, responsabilidad y cambios en la vida. Traer un bebe al mundo exige de toda la atención y paciencia que la familia puede prodigar, pero tener un hijo con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) representa todo un desafío.

El TDAH, como es conocido este déficit, tiene una incidencia cada vez mayor en nuestra sociedad, según la ANHIDA, Asociación de Niños con Hiperactividad Española, 1 de cada 8 niños alrededor del mundo nace con esta condición, por lo que requiere de mucha atención, y debe estarse claro que las conductas presentes estén más allá de solo “un niño malcriado y consentido”.

Estas son las conductas de un niño con TDAH:

• Es inquieto, excitable, impulsivo, no para de moverse. Tiene cambios de humor rápido y frecuente.

• Grita a menudo, se pone nervioso con facilidad, molesta a los otros niños.

• Se distrae con facilidad. Tiene dificultades para acabar lo que ha empezado y le cuesta centrar su atención.

• Deben satisfacerse sus demandas de inmediato, o abandona fácilmente.

• A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos), extravía objetos necesarios para tareas o actividades por ejemplo juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas.

• Se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes, es descuidado en las actividades diarias, mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento, abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado, corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo.

Muchas veces tendemos a pensar que conductas hiperactivas e impulsivas en nuestros hijos se originan por los problemas que existes en el núcleo familiar. Aunque es de esperarse que durante los primeros años de vida, nuestros hijos sean explorativos, juguetones y logren cansarnos desmedidamente, estas conductas no son suficiente para llamarlo “hiperactivo”.

Cuando hablo del Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad me refiero a una patología de base biológica, que se expresa a través de manifestaciones en la conducta. No se deben confundir los síntomas ocasionados por acontecimientos como un cambio de colegio, una mudanza a otra localidad, un divorcio o problemas laborales con los del TDAH. 
 
 
El TDAH suele darse en algunas familias, un historial médico familiar exhaustivo puede ofrecer pistas sobre su existencia. Los estudios familiares realizados con muestras clínicas han encontrado entre los padres de niños con TDAH un riesgo entre 2 y 8 veces superior al de la población normal. Recíprocamente, el riesgo calculado para un niño de sufrir el trastorno si uno de los padres lo padece es del 57%. Así, parece que gran parte del rasgo hiperactividad-impulsividad (70-90%) se debe a factores genéticos. Los estudios de genética molecular han relacionado el trastorno fundamentalmente con tres genes: uno de ellos en el cromosoma 5 y dos en el cromosoma 11.

Actualmente se ha descubierto que un desbalance en la producción cerebral de dos neurotransmisores (la dopamina y la noradrenalina) aunado a una menor actividad metabólica del lóbulo frontal de la corteza cerebral (responsable de controlar los impulsos y la atención) están presentes en la constitución cerebral de los chicos con el déficit.

Aunque muchos han sido los factores ambientales (tanto biológicos como psicosociales) relacionados con el trastorno, hasta la fecha ninguno (ni ninguna combinación de ellos) se ha demostrado como causa necesaria y/o suficiente para su manifestación.

En conclusión, debes reconsiderar tu creencia si tu hijo lo presenta, y solicitar la evaluación del especialista adecuado, haciendo una visita en primer lugar al pediatra o neurólogo, quien está en la capacidad de diagnosticarlo. Estos “motorcitos incansables”, deben ser evaluados los mas antes posible con la finalidad de que descarte que tales conductas no se deban al TDAH. La mayoría de estos chicos y chicas deberán recibir atención psicopedagógica individualizada, para aumentar su capacidad de atención y tener óptimos resultados en la educación, pues suelen presentar problemas de aprendizaje asociado, por lo que en la mayoría de los casos se le dificultara la interacción con el aprendizaje y el ambiente escolar. Una familia precavida y responsable solicitara una evaluación lo más pronto posible para orientar de forma adecuada el tránsito de su hijo por la vida escolar.

La creencia generalizada entre los profesionales y padres de que los niños “superan” el TDAH al alcanzar la edad adulta es errónea. Un diagnóstico adecuado y un tratamiento eficaz durante la infancia resultan de vital importancia, ya que pueden contribuir a aumentar la autoestima, a mejorar el rendimiento académico y las habilidades sociales, a solucionar problemas de comportamiento y a paliar los efectos a largo plazo del TDAH en la edad adulta .La atención psicológica y psicopedagógica es esencial en las diferentes etapas de la vida escolar.

Educar un niño con TDAH puede ser una tarea difícil aunque excitante. Los padres (¡también tú, papá!) deben prestarse apoyo recíprocamente, ser equilibrados, justos y ejecutivos en la resolución de problemas. Utiliza un lenguaje motivador y positivo para referirte a tu hijo, eso fomentara la motivación necesaria en él para que se esfuerce en dominar sus conductas problemáticas. Recuerda que hay conductas que corresponden a la hiperactividad (como la de mantenerse sentado por mucho tiempo o dormir tranquilo) que quizás no logres mejorar sin la ayuda de algún tratamiento farmacológico, pero debes asistirte de toda la ayuda que puedas obtener de un especialista para que en primer lugar conozcas que esperar de tu hijo, puedas ayudarlo y no pierdas la cabeza en el intento.
 

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